Si existe una mujer que es testigo, que dice
tener pruebas de actos criminales, lo correcto es que las autoridades
acudan rápidamente a esa persona para protegerla y retener en su poder
las pruebas.
Crisania Mercedes Soriano ha insistido en sus denuncias en varios medios de comunicación. Su relato es coherente. Dice que reconoce que vendía droga, que la transportaba, pero que no soportaba el asedio por el dinero.
Y lo más importante, tiene en su poder las pruebas y ofrece los nombres de los funcionarios que utilizaban sus funciones para enriquecerse, a través del soborno, para permitir los puntos de drogas.
El caso es grave. Y no puede ser respondido con la simpleza de que se trata de una denuncia más. Crisania, en lo inmediato, deberá ser protegida por las autoridades, para que no la maten. Su muerte es un hecho inminente, si carece de protección.
Ella ha dicho que posee las pruebas, que admite su responsabilidad, pero que no irá sola a la cárcel, si la someten por lo denunciado, que llevará con ella a todos los que la sobornaron, a todos los que la presionaron para que siguiera vendiendo drogas.
En países con mayor nivel de institucionalidad a los implicados en delitos como estos los premian con disminución de penas por aportar los datos de los demás implicados.
Si existe una mujer que es testigo, que dice tener pruebas de actos criminales, lo correcto es que las autoridades acudan rápidamente a esa persona para protegerla y retener en su poder las pruebas.
No hay que hablar mucho del tema, sencillamente buscar a esa señora, protegerla y recoger su testimonio, recibir sus pruebas, y someterla a la justicia, a la vez que se haga lo mismo con los denunciados por ella, que son peores que ella, pues están revestidos de autoridad y se dedican a delinquir abusando de su poder.
Procurador General Francisco Dominguez Brito, no pierda usted más tiempo.
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